La displasia de cadera en bebés en una malformación congénita que se presenta en algunos recién nacidos. Es producida por un desarrollo anormal de la articulación que vincula la cabeza del fémur con el hueso de la pelvis. Se estima que uno de cada mil nacimientos puede padecer de esta enfermedad. Esta anomalía impide que el fémur y la pelvis encajen, dando lugar a cojeras y otros problemas a largo plazo. El deslizamiento puede ser parcial o total. Para solucionar este problema, el diagnóstico temprano es fundamental.
Hay tres tipos de displasia:
- Displasia teratológica: Generalmente son las más graves pues son irreversibles. Se producen durante la fase embrionaria y aparece debido al padecimiento de ciertos síndromes como la artrogriposis, la mielomeningocele o el síndrome de Larsen.
- Displasia del desarrollo de la cadera: Aunque tiene factores de riesgo, es tratable y se producen en la vida perinatal.
- Displasia infantil y/o del adolescente: Se origina a partir de una deformidad en el fémur proximal o del acetábulo. También es tratable si se descubre a tiempo.
La cadera es conocida como una de las articulaciones más grandes que tiene el cuerpo humano. Permite el libre y correcto movimiento de los miembros debajo del tronco y, gracias a él, podemos realizar acciones cotidianas tales como caminar, correr, subir y bajar escales y sentarse. La enfermedad es más común en niñas primogénitas y es en su mayoría hereditario; frecuentemente, la cadera izquierda es la afectada.
Las dos estructuras que la forman son la cabeza de fémur, que tiene forma de un pomo de puerta, y el acetábulo de la pelvis, cuya forma es ahuecada. Esta articulación funciona de forma correcta gracias a los ligamentos y músculos que están alrededor de ella y permiten que el fémur esté dentro del acetábulo. Entonces, la displasia de cadera se forma cuando la parte superior del fémur está parcial o totalmente fuera del acetábulo. Antes esta afección era llamada luxación congénita de cadera, pero ahora ese término se utiliza exclusivamente cuando la cabeza del fémur está totalmente fuera de la cadera. Actualmente se denomina displasia del desarrollo de la cadera haciendo también referencia a la posibilidad de tener esta disfunción en los primeros meses y años de vida del niño.
¿Cuál es su origen?
La displasia de cadera es en su mayoría hereditaria. Se considera que es una herencia multifuncional, esto significa que su origen puede ser causado por múltiples factores tanto genéticos como ambientales. Es más común en niñas debido a que, según diversos estudios, tienen umbral de manifestación más alto que el de los niños. Hay otros factores que influyen en su aparición:
- La postura del bebé durante el embarazo.
- El primer embarazo aumenta la presión uterina.
- Embarazos múltiples.
- Poco líquido amniótico.
- Fetos demasiado grandes para la edad de gestación.
- Hipertensión arterial materna.
Una de las influencias ambientales comunes es la respuesta del bebé a las hormonas de la madre durante el embarazo, útero extremadamente estrecho, lo que impide que el feto pueda moverse libremente. Como se dijo anteriormente, la cadera izquierda es la más afectada, esto se debe a la posición del bebé en el útero.
¿Cuáles son sus síntomas?
El problema con la displasia es que los síntomas son sutiles y difíciles de identificar. Pueden pasar desapercibido, no obstante una exploración de rutina en la cadera, realizada por los pediatras, puede ayudar a identificarla con facilidad. Hay indicios que pueden levantar las alertas tanto a los padres como a los médicos, estos son:
- Chasquido o sonido hueco durante la exploración en la cadera.
- Favorecer el movimiento de una pierna pero no de la otra.
- Asimetría de las piernas, una es más larga que otra.
- Desigualdad en los pliegues de la ingle de una pierna con respecto a la otra.
Cuando la enfermedad no es detectada a tiempo, un signo importante es la cojera al caminar. Otro signo tardío sería la escoliosis pues la cojera y desigualdad de las piernas lograrían una deformación en la curvatura de la columna vertebral. Una displasia del desarrollo de cadera no tratada es una futura artrosis de cadera. Aunque estos síntomas tardíos no son tan comunes, pues durante la primera exploración del bebé, los pediatras identifican rápidamente la enfermedad.
¿Cómo sería el diagnóstico?
En principio, el pediatra realizaría un exploración de rutina al recién nacido. Durante la misma se puede identificar la afección con relativa facilidad. Para confirmar completamente la displasia de caderas, él especialista realizaría ciertas maniobras conocidas como maniobras de Barlow y Ortolani. Consisten en tumbar al bebé boca arrida, mientras está desnudo, y permitir la tracción de la caderas de forma suave. No traen ninguna consecuencia al bebé.
En la maniobra de Barlow se intenta luxar la cadera, si se nota el luxado, se determina que el bebé tiene la enfermedad. Por otro lado, en la Maniobra de Ortolani se intenta colocar en su ubicación una cadera que está luxada, si se resalta entonces se confirma el diagnostico.
Para visualizar y diagnosticar de forma correcta la displasia, el médico puede mandar a realizar una ecografía en la cadera. Esta prueba, además de confirmar el diagnóstico, no es dañina para el bebé pues no tiene irradiación. En casos particulares la prueba en imágenes es la radiografía de caderas. Raramente es necesaria una resonancia magnética. La ecografía se usa en algunos hospitales y generalmente es durante las primeras 6 semanas de vida.
A día de hoy es muy complicado que se pase por alto una displasia de cadera en el bebé, pues las maniobras de detección se realizan de manera sistemática en todas las revisiones que se realizan al niño en los primeros años de vida.
Tratamientos
Si la enfermedad es detectada durante los primeros 3 meses, es probable que el tratamiento sea positivo y se pueda arreglar la anomalía. Lo principal es conseguir que la cabeza del fémur esté dentro de la pelvis, en caso de que esté luxada, o corregirla si está parcialmente desigual; todo esto sin generar complicaciones al bebé.
Normalmente los chasquidos en la cadera pueden deberse a una cierta inestabilidad de la cadera, no necesariamente significa que el infante tenga displasia; sin embargo, si las maniobras antes nombradas son positivas, entonces se comienza el tratamiento.
En principio se le coloca al bebé una férula de abducción, la misma mantiene las piernas abiertas logrando que la cadera se quede en su sitio. Tiende a funcionar alrededor de pocas semanas, pero si aún no se corrige, se plantean otros métodos. Cabe destacar que mientras más pase el tiempo, la recuperación se vuelve menos probable. La cirugía podría ser la última opción si todo lo demás falla. Generalmente se realizan cuando el infante tiene 18 meses.
También está el tratamiento osteopático. El principal objetivo es corregir la zona luxada, ya sea total o parcial. Esto se logra, en principio, realizando un tratamiento para corregir las articulaciones alteradas, ya sea en los músculos, fascias y, en general, todo lo que esté retraído o no funcione correctamente por culpa de la lesión. Lo segundo sería devolver la elasticidad. Se realizan maniobras muy sutiles en las cuales vamos devolviendo la normalidad a los tejidos.