Un tipo de paciente que suele asomar con bastante frecuencia por la consulta, es particularmente difícil de tratar debido al origen multicausal de sus síntomas.
Es un paciente de 30 años en adelante, puede ser hombre o mujer y cuánto más edad tienen peor suelen venir. Estos pacientes acuden por un dolor musculo esquelético cualquiera, muy frecuentemente de espalda, pero puede ir asociado a dolor en hombros, rodillas…etc. Hasta aquí todo normal. Acuden al osteópata como última frontera con la desesperación, pues han pasado sin éxito por las manos de muchos especialistas.
Cuando haces la historia clínica y empiezas a profundizar en su estado de salud te das cuenta que el “dolor de espalda” es la punta de un iceberg muy pero que muy profundo. Si son pacientes jóvenes suelen tener asociado problemas intestinales, estreñimiento o diarrea, acompañado de digestiones lentas, pesadas, sensación de hinchazón abdominal. Pueden tener agotamiento físico y mental y en ocasiones dicen tener episodios depresivos o cuadros de ansiedad. Pueden tener diagnósticos de gastritis, elicobacter pilori y en mujeres presentar reglas dolorosas o muy abundantes.
En pacientes de más edad, de 50 para arriba, asociado a lo anterior encontraremos diabetes, hipertensión, artrosis, artritis, dolores de cabeza… y una retahíla de enfermedades que por supuesto se acompañan de sus respectivos fármacos.
En definitiva, nos encontramos con pacientes polimedicados, con dolores múltiples, de años de evolución. Con fallos y congestión de muchos de los sistemas orgánicos y un medio interno intoxicado.
Tratamiento osteopático recomendado
Como es comprensible, en este tipo de casos el abordaje debe ir más allá de la terapia musculoesquelética.
Lo primero que hay que hacer es concienciarles del cambio que precisan y que entiendan la gravedad de la situación, siendo conscientes que en un porcentaje muy elevado de los casos, a estas situaciones llegamos por nosotros mismos y lo hacemos con cada paso que damos en nuestra vida.
Lo siguiente que haremos una vez acepten el reto, es hacerles un cambio en la dieta. Limitaremos los tóxicos, educaremos en una nutrición equilibrada y natural. Limpiaremos el “interior” y poco a poco iremos eliminando las alteraciones mecánicas.
Según vaya respondiendo el organismo del paciente habrá que trabajar a niveles más profundos. Quitaremos las adherencias y devolveremos la correcta movilidad visceral y con terapia craneal ayudaremos a liberar las tensiones emocionales.
En este punto comienza la última parte del tratamiento. Ejercicio, ejercicio y más ejercicio. En un principio combinaremos el aeróbico con la tonificación y reeducación postural del Pilates.
Si todo ha ido bien, tras unos meses de tratamiento, nos encontraremos con un paciente el cual ha dado una vuelta a su vida. Habrá perdido peso, su medio interno se habrá limpiado, sus funciones corporales serán ahora más libres dando ahora parámetros normalizados. Si no hemos conseguido eliminar la mayoría de los fármacos habremos reducido considerablemente la dosis de los mismos.
En definitiva, veremos despedirse por la puerta a una persona sin dolores de espalada, con su tránsito regulado, con energía, sin dolores de cabeza y emocionalmente más adaptada y sobre todo con unas perspectivas de futuro mucho más halagadoras.