Una rotura fibrilar en el gemelo es cuando las fibras o miofibrillas que se encuentran en el musculo se rompen y desgarran, causando dolores agudos e intensos. Regularmente, los deportistas, corredores, beisbolistas, futbolistas, entre otros, son los más propensos a sufrir de este padecimiento. No obstante, cualquier persona puede padecerla, sobre todo al realizar un mal movimiento al caminar o al subir y bajar las escaleras.
La parte posterior de la pierna está compuesta por el gemelo y el soleo, estos músculos también son llamados tríceps surales y son los encargados de realizar la acción de plantar el pie. Cuando se tiene un desgarro muscular en la parte interna del gemelo, tiende a aparecer ciertos hematomas, superficiales o profundos, en la zona antes nombrada. Hay una manera de saber cuándo se tiene una rotura fibrilar, principalmente el síntoma más evidente y común es un dolor repentino en la pantorrilla que evita que la persona siga movilizándose.
La rotura varía según la gravedad de la lesión y de cuántas fibras del musculo se rompieron. Se divide en tres tipos:
- La primera es el leve y sucede cuando la lesión tarda es recuperarse en 8 a 10 días. La rotura del musculo es pequeña, consecuentemente el afectado solo sentirá una ligera molestia en la zona, una tenue inflamación e incomodidad al caminar.
- El segundo es el moderado, aquí la tasa de recuperación es de 2 a 3 semanas, en donde pueden empezar a presentarse hematomas, ya que hay más rupturas de las fibras, por lo tanto, el dolor e inflamación en el gemelo incrementa considerablemente.
- el tercero es el grave, donde se necesitarán más de 3 semanas para estar completamente sano. Es una ruptura muscular completa, el dolor se vuelve agudo y constante, la zona inflamada y los hematomas son de mayor tamaño y puede incapacitar a una persona durante semanas.
¿Qué es una rotura fibrilar?
Esta aparece cuando existe una contracción violenta o un esfuerzo que es mayor a la capacidad que posee el musculo a utilizar. Habitualmente los músculos de las piernas, principalmente los gemelos, los aductores, los cuádriceps, los soleos, los isquiotibiales, son los más afectados cuando suceden movimientos bruscos o cambios repentinos de velocidad. Entre las causas más comunes están:
- La mala nutrición: Cuando una persona tiene una alimentación desbalanceada, los músculos a menudo tienden a debilitarse, haciéndose frágiles a los cambios repentinos.
- Inactividad constante: Una persona inactiva que no realiza ningún tipo de ejercicio, tiene más posibilidades de conseguir esta lesión, debido a que el tejido es débil y puede quebrarse más rápidamente.
- Enfermedades metabólicas parecidas a la diabetes.
- Mala circulación: La falta de oxígeno y la acumulación de ácido láctico producen una combinación mortal para los músculos.
- Exceso de ejercicio: Cuando se realizan ejercicios sin realizar los estiramientos correspondientes, pueden tensionar el musculo de tal manera que el resultado más probable es el rompimiento de las fibras. También cuando se realizan actividades físicas intensas que superan la capacidad del musculo.
- El frío extremo pueden entumecer los músculos y hacerlos vulnerables a las lesiones. Sucede especialmente por la falta de calor en dichas zonas.
- Un calzado poco apropiado para las actividades físicas de alta intensidad es uno de los problemas más comunes en los principiantes, ya que consiguen zapatos que no tienen una amortiguación suficiente para el ejercicio que se realiza; provocando así, una tensión extra en los músculos.
- Una lesión anterior no curada correctamente puede romper las fibras de los músculos al momento de realizar un ejercicio.
- Falta de hidratación durante la actividad física.
Rotura fibrilar en el gemelo
En el caso específico del gemelo, la ruptura se debe principalmente al exceso de actividad física, realizada de forma continua y sin descanso; en donde el musculo sufre de un espasmo o contracción como respuesta a al intenso ejercicio. Dicha tensión rompe los vasos sanguíneos, el perimisio y el epimisio, produciendo una hemorragia y la aparición de un doloroso hematoma.
El traumatismo también es una causa frecuente en la aparición de la rotura fibrilar en el gemelo, puede deberse a un golpe, sobrecarga o fatiga muscular extrema, un mal movimiento realizado, entre otros. Provocando la reacción que se describió anteriormente.
Síntomas frecuentes de la rotura fibrilar en el gemelo
El deportista experimentará una serie de síntomas donde su intensidad dependerá de la gravedad de la lesión. Se sabe que hay personas a las que el dolor les imposibilita realizar actividades rutinarias como caminar o trotar, subir o bajar las escaleras, sentarse, etc. Los síntomas más comunes son:
- Dolor punzante durante la ruptura de las fibras.
- Sensibilidad a la presión y cambios de temperatura.
- Imposibilidad de realizar ciertos movimientos rutinarios.
- Inflamación, hinchazón, enrojecimientos y hematomas internos o externos producidas por la ruptura de los vasos sanguíneos.
- Sudor frío o mareo al momento de la lesión, aunque este síntoma no es tan frecuente.
- Dolor al estirar la pierna.
Diagnóstico y tratamiento a un paciente con rotura fibrilar
Para saber si efectivamente se tiene una rotura fibrilar en la zona de la pantorrilla, lo primero que debe hacer el paciente es verificar a través de tacto y movimiento el punto donde se origina el dolor, teniendo en cuenta que esta dolencia es constante y no desaparece en las horas después de haber realizado el ejercicio. Cuando el médico especialista revisa la zona afecta, puede llegar a mandar una ecografía musculo-esquelética para realizar un diagnóstico más certero y así mandar un tratamiento que se adecue al paciente.
Posteriormente, el médico mandará a realizar una serie de actividades divididas en fases que ayudarán a sanar de forma correcta los músculos del gemelo, la duración de las etapas puede variar según la gravedad de la lesión. Estas son:
- Fase 1: Aquí lo principal es disminuir el dolor e inflamación y curar el hematoma a través del reposo, colocación de compresas frías durante las primeras 48 o 72 horas de aparición de la lesión, compresas calientes después cumplir esas 72 horas, drenajes linfáticos, realizar ejercicios indicados por el especialista, comprensión usando vendajes, etc.
- Fase 2: Que inicia a los 3 días o a la semana de haber tenido el desgarro. Aquí ya el paciente no debería de tener dolor ni inflamación, por lo tanto, el médico se enfocará en fortalecer levemente los músculos mediante estiramientos suaves, masajes transversos profundos, electroterapia y contracciones isométricas.
- Fase 3: Empieza en la 1 o 3 semana. El principal objetivo es volver a adaptar al músculo a la función que cumplía antes de la lesión. Se pretende fortalecer y potenciar el tríceps sural, usar masajes transversos profundos y estiramientos musculares de mayor intensidad. Se busca retomar la resistencia, flexibilidad y elasticidad que el paciente tenía.
- Fase 4: reintegrarse levemente al deporte que se practicaba, bajo la supervisión del médico especialista