Las personas tienen un día a día agitado. Es normal que para llegar a tiempo a un sitio, ya sea de trabajo, estudio, etc. Se tenga que correr, saltar y, en general, hacer lo posible para cumplir con el horario establecido para el día. El problema de esta vida atareada es que casi no hay tiempo para pensar en los efectos negativos que ocurren en nuestro cuerpo. Siempre es recomendable ir al médico al menos una vez cada mes, ya que se podría tener una afección o enfermedad sin siquiera saberlo.
Los pies y las piernas son los que se llevan la peor parte. Soportan todo el peso del cuerpo más la tensión extra causada por la mala alimentación, el estrés diario, mala condición física, entre otros. Entonces, sabiendo esto, no es de extrañar que existan tantas afecciones en estas zonas de cuerpos. Puede ser desde un desgaste en los ligamentos hasta la metatarsalgia.
¿Qué es la metatarsalgia?
La metatarsalgia es una afección que sucede cuando ocurre una inflamación en el metatarso, que está ubicada entre el tarso y la falange. Externamente se puede situar entre la parte media del pie y el nacimiento de los dedos. El metatarso está constituido por los huesos metatarsianos, quienes, como se dijo anteriormente, aguantan el peso del cuerpo cuando se camina o corre.
La persona afectada puede sentir dolores punzantes y agudos al caminar. Normalmente aparece tras forzar el pie más de lo que puede soportar, sobre todo en entrenamientos físicos intensos o incluso algo tan común como bailar toda la noche con tacones. El dolor puede desaparecer al reposar, pero hay casos en los que puede durar mucho más e incluso evitar que el paciente ponga un pie sobre una superficie plana.
¿Por qué aparece la metatarsalgia y cuáles son sus síntomas?
Existen muchas causas que originan esta afección en la planta del pie. Los principales afectados son los corredores, quienes al realizar la posición de partida pueden ejercer demasiada presión en el metatarso, provocando así una inflamación dolorosa que impide mantener el pie sobre el piso y la aparición de callos y durezas.
Todas las personas pueden sufrir de este padecimiento, no hay una distinción de edad o género, aunque es más común en personas mayores. El principal problema es la tensión extra que se le pone a la planta del pie, incluso se sabe que un calzado con poca suela, mucho tacón o uno poco adecuado para el ejercicio que se realiza, puede causar metatarsalgia.
Otra de las causas pueden ser deformaciones como los juanetes, dedos de martillo, fracturas en el pie u otras afecciones como el neuroma de Morton; también por malformaciones congénitas, sobrepeso y artritis inflamatorias como la reumatoide.
Generalmente una persona que padece de metartarsalgia siente un dolor continuo e intenso, si se palpan la zona afectada sentirán una especie de callosidad esférica justo antes del nacimiento de los dedos. La dolencia solo se agrava cuando la persona en vez de descansar sigue con la actividad que realizaba, provocando el entumecimiento y sensación de hormigueo en los dedos.
¿Cuándo se debe ir al especialista?
La afección puede curarse por sí sola con suficiente descanso, compresas frías y analgésicos; no obstante, en ocasiones el dolor puede durar más días de lo normal y ser mucho más agudo. Si se ignora la dolencia, esta se puede extender por otras partes del pie afectado e incluso en la zona lumbar baja, espalda, piernas, cadera, etc.
¿Cómo curar la metatarsalgia?
Esta es una afección curable, normalmente no necesita de intervención médica para tratarla; no obstante, se debe ir al médico cuando el dolor sigue sin curarse a los días de su aparición. Esto es porque existen muchas enfermedades que producen síntomas parecidos a la metatarsalgia.
El médico realizará una serie preguntas sobre los síntomas e información personal del paciente, también exámenes físicos para descartar cualquier otra afección y, una vez realizado el diagnostico, mandar un tratamiento que corresponda con el grado de dolencia que tenga la persona afectada.
Para el tratamiento inicial lo principal es aliviar los síntomas e identificar su posible origen para tomar medidas; es decir, si la inflamación salió debido al uso excesivo de tacones, hay que disminuir su uso; si se debe al tipo de zapatos, cambiarlos o usar una almohadilla metartasal.
Tratamientos para sanar la inflamación del metatarso
El especialista mandará una serie de tratamientos naturales y medicinales para aliviar el dolor del paciente. Estos son:
- Desde el punto de vista osteopático revisaremos la movilidad global del tobillo y de todos los huesos del pie, y su eje con la cadera y rodilla. Movilizaremos las articulaciones inflamadas e inhibiremos la tensión de la musculatura del pie implicada.
- Uso de almohadilla metatarsales que deben colocarse justo delante del metatarso. Estas ayudan a disminuir la tensión de la zona.
- Soportes para el arco del pie en el caso de que las plantillas antes nombradas no surjan efecto. Tienen la misma función de las almohadillas, con el agregado de que mejoran el funcionamiento del pie.
- El descanso parece lógico de decir pero hay muchas personas que aun teniendo el dolor siguen dándole presión al pie. No necesariamente se tiene que dejar de caminar, solo que después de hacerlo, elevar o descansar el pie afectado puede ayudar a la sanación.
- Compresas frías o aplicación de hielo en la zona de dolor por unos 20 minutos durante 3 o 4 veces al día.
- Evitar el uso diario de tacones, zapatos sin plantillas, calzados ajustados, muy grandes o que no son adecuado para el deporte practicado.
Hay ocasiones en donde este primer tratamiento no surge efecto, esto es principalmente en personas que han padecido del dolor durante días y los métodos antes nombrados no surgen efecto. En estos casos lo más recomendable es infiltraciones de corticoides o la inmovilización. Si nada de esto funciona, la última opción es la intervención quirúrgica que consiste en una osteotomía; que busca reducir el metatarso para poder aliviar la dolencia.
¿Cómo evitar su aparición?
Lo primero que hay que hacer es llevar una dieta saludable rica en vitaminas y proteínas y hacer ejercicios con regularidad. Estar en forma evita que la persona genera una tensión extra en el pie. Esto último siempre debe ir acompañado de un calzado que se adecue al ejercicio a realizar; esto se debe a que cada zapato tiene una forma distinta de amortiguar y rebotar el peso del cuerpo. Además, hay que cuidar por dónde y cómo se pisa, un mal movimiento en un superficie dura puede generar diferentes afecciones, ya sean en el pie o la pierna.